Era la voz que clamaba en el desierto, pero tenía tanto eco, que las almas sedientas iban a verlo a la rivera de un rio. Sus vestiduras fueron pieles de camello. Semejaba al cazador, ese que llamaban: Orión.
Sangre real era su estirpe, pero era tan sencillo que sólo se hacía llamar por el nombre de: Juan. Su misión era el despertar en conciencia a todo aquellos que lo oyeran.
Excéntrico para muchos, por su aspecto, pero su palabra era audaz y llegaba a los espacios más recónditos del ser que le escuchaba. Su cinto era de cuero, con tres piedras incrustadas como soles, y el agua que vertía en las fontanelas de las multitudes, simbolizaba el despertar de las conciencias.
Rosur.