Mi hijo preferido es…

Todos los papas tienen un hijo al que le prestan más atención, aunque si le preguntamos a cada uno, ellos van a responder siempre “A todos mis hijos los quiero por igual… “

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Todos los padres de familia, tienen un hijo al que le prestan más atención, aunque si le preguntamos a cada uno, ellos van a responder siempre “A todos mis hijos los quiero por igual…”  una frase que tiene un gran sentido de cariño, aprecio hacia los hijos, pero también un temor de reconocer que ese cariño que se les tiene, es distribuido y no en cantidades iguales, sino en diferentes tamaños dependiendo de los hijos que se tenga; es un temor a generar diferencias entre ellos, los hermanos. 

Diferencias que por naturaleza y durante el tiempo de crecimiento, desarrollo y de compartir las diferentes vivencias en estas etapas de la vida se presentan. 

Los hermanos en el continuo vivir, manifiestan situaciones emocionales de diferentes maneras, algunos agresividad hacia sus otros hermanos, porque el padre o la madre les permitieron algo que a ellos no le dieron, etc. 

Según el concepto de algunos psicólogos esto no es más que actitud de celos. Además dependiendo de la etapa de crecimiento en la que se encuentra el hijo se presentan reacciones diferentes como confusión, enfado, resentimiento, y sobre todo, baja autoestima. No solo en la niñez se presentan estas reacciones, cuando ya se es adulto, es cuando se ven los resultados de estas preferencias, o más bien, comportamientos no adecuados, de algunos padres, ya sea por falta de conocimiento, experiencia, temor, etc.

Comúnmente y de acuerdo a investigaciones que se han hecho sobre el tema, manifiestan que cualquier actitud de preferencia de los padres a sus hijos sobre todo los mayores, por ser los primeros en nacer y sufren por la inexperiencia de educar a un hijo, o al contrario, por ser el primogénito se le da de todo sin escatimar nada.

Cuando los hijos del medio son los preferidos, el mayor siente la responsabilidad de cuidarlos por ser simplemente el mayor y los hermanos no aceptan que sea él, quien deba cuidarlos.

En el caso de los menores, estos siempre viven aburridos, porque lo que dejan los mayores les queda a ellos.

Los hijos no favoritos tienden a tener una mala imagen de sí mismos, falta de identidad y confianza en sus habilidades.

Esto, los determinará como adultos muy egocéntricos, pero al mismo tiempo con fuertes problemas de identidad, pues constantemente debieron responder a los deseos de su madre y no a los propios. Esto puede generar una rebeldía tardía frente a su madre o padres, quienes los situaron en un lugar donde no querían estar. Es una actitud  rabiosa por no haber sido tratado como los otros hermanos.

Cuando una madre expresa abiertamente su favoritismo por uno de sus hijos, el hogar deja de ser un espacio de acogida y se convierte en uno de competencia, lo que tendrá profundas consecuencias en el desarrollo posterior de los niños.

A los hijos es muy importante siempre hacerles ver que cada uno es único, con sus ideas, sentimientos y forma de ser, decirles que como padres se sienten muy orgullosos y afortunados de tener un hijo o una hija como ellos.

Fuentes: www.semana.comwww.latercera.com
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