En la mañana vacía
vestida de su alborada;
en la tarde fenecía
cual la rosa de la nada.
Estaba abierta de día,
de noche estaba cerrada;
cantaba como gemía,
sentía cuanto lloraba,
La flor del mundo ignorada,
que sólo el alma adivina,
de su tallo se alejaba
a ser la rosa divina.
Autor
Xavier Abril
« Hay una paz que no se improvisa, es aquel estado del espíritu, cuando sientes que no le debes a nadie, ni nadie te debe a tí.
Es cuando te desarmas, sueltas tus apegos y extiendes tus brazos como alas, tu cuerpo sigue allí, sujeto a la Madre Tierra, pero tu alma se siente liberada.
Es cuando te das cuenta que,...