Como aquella rosa de existencia fresca y serena, así es nuestra juventud, radiante como sus pétalos, fulgurante de vida y colorido único. Pero ese ser escondido guarda también, la fortaleza de sus espinas. Ser sublime y perfecto que, también tiene que cuidar sus poderes ocultos. Tanto de sus sombras como de su luz.
Fuerza maravillosa y mandálica como tu espíritu, que vive y reposa en el centro de tu corazón, heredero de tu materia, que cuando expandes tus brazos, formas una cruz perfecta.
Y, así, la rosa y la cruz te representan, la primera: tus poderes ocultos, y tu fuerza mandálica. Y la segunda: tu materia crucificada que posee y guarda la molécula divina de Dios.
Rosur.