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Madre Naturaleza, teje con tus rayos dorados en mi pelo ensortijado, la mezcla infinita del color bermejo del alma de los animales y el ser humano, el color infinito y profundo del fucsia unificado.
Y sígueme ungiendo, a mí, a tu hijo mimado con la lluvia dorada del sol y sus rayos, con el azul del cosmos y de tus aguas acaudaladas, ungiéndome con tu purpura, como lo has hecho con el rey de lo creado.
Y úneme a tus mundos, a esos seres lejanos que también como yo somos tus retoños, somos hermanos, para que un día irrumpa con sus discos de plata, tu atmosfera divina y así poder abrazarlos.
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— Rosur.