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El mago ciñe su túnica, prepara los implementos: prende el incienso para espantar los malos recuerdos y las pérfidas presencias que se cuelan. Luego, como un rocio de primavera esparce el agua de manzanilla en su esencia, magnetizada con sus propias manos que agitan el cambiltre, cuán palomas mensajeras.
Allí, se encuentra con los cuatro elementos representados: el arroz fruto de la Madre Tierra, una vela blanca y pálida con su llama contenta y picaresca, un jugo de frutas frescas representan el néctar del agua donde empieza la vida como una fiesta. Y las varitas de incienso, que con su humo hacen figuras que danzan, en desgonces histriónicos, cuya obra teatral, representan.
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— Rosur.