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¿Por qué será, que cuando los seres humanos hablamos de dinero, las sonrisas amables se apagan, las voces se vuelven toscas?
¡Tiene esta energía tanto y tanto poder sobre nosotros, que; las caras se palidecen, la mirada se vuelve sospechosa!
Por eso, pido y suplico a la Divina Providencia: que ni a ti, ni a mí: nunca nos falte, ese fluir de la abundancia, pues si pido por tí, de alguna manera, en el ciclo del ir y devenir de la moneda, si tú estás bien, a mí tampoco me faltará nada, en esencia.
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— Rosur.