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¡Déjalas libres, que vuelen con el viento como golondrinas en un atardecer de verano! Así son las palabras: juguetonas y vivaces. Van y vienen y caen en picada, para luego subir y recorrerlo todo.
Por tal razón, y por ser tan genuinas y mágicas nunca las utilices para el dolor, porque son ellas el verbo divino encarnado en tu propio ser.
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— Rosur.