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¡Jeshua! ¿Qué contemplaron las pupilas de tus fieles discípulos, que con tanto convencimiento hasta sus vidas ofrecieron?
¿Qué les enseñaste a los más humildes, a los que con sus redes lanzaban a las aguas el deseo de encontrar el signo de piscis?
¿Qué sabían ellos, que no escribieron, porque el conocimiento que recibieron, tan solo era para ellos?
¿Qué cosas y con tan magníficos secretos quedaron ocultos, hasta hoy nos encubrieron, que ni las diversas religiones que se construyeron hasta hoy en tu nombre, ellas ignoran?
¡Qué cosas no se alcanzaron a decir de ti, querido Maestro!
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— Rosur.