Colillas Asesinas

La colilla y sus estragos es una paradoja que se explica por la sujeción de los hombres al capital…

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Que en el mundo anualmente se arrojen, en suelos y aguas, 4.500 millones; que, en el mismo lapso de tiempo, se propaguen en miríadas de 5,6 trillones: y que de ese conjunto 845.000 toneladas se correspondan a su envergadura, añadiéndose al peso del orbe. Otros, los fatalistas con fe que reniegan de la realidad pese a la evidencia, aseveran que son más de 15 billones las que se propagan por año, ¡y sin ninguna posibilidad de que terminen en el tacho de la basura! Que su filtro se obtiene con fibras de acetato de celulosa cubierto de papel hidro-fugado, y que además sea lánguidamente biodegradable (su desintegración va de los 18 meses a los 10 años). Y que después de usado retenga caprichosamente vestigios de sustancias toxicas. Que encendidas sean las causantes de que haya esmerados incendios forestales; que fatídicamente los niños, al tropezarse con ellas, las juzguen provocativas y las traguen por imprevisión, sin querer. Que en su envidiable y mejor estado de cigarrillo sea portador de por lo menos 4.000 sustancias químicas, 50 de las cuales promueven el cáncer, a saber: cianuro de hidrógeno, nitratos, amonio, acetaldehído, formaldehído, benceno, fenoles, piridinas y monóxido de carbono. Que en su confección y embellecimiento sea también portador de la anterior y execrable paradoja; que tirarlas fuera de las basuras o el cenicero se considere mala educación; que rompan el equilibrio ambiental del planeta…; Semejante vademécum de inculpaciones en contra de las colillas y su juvenil aspecto como cigarro, es, por así decir, un ajuste de cuentas que los estudiosos y expertos del fenómeno del tabaquismo, en el mundo, han venido intensificando; y que en Colombia adquiere vigencia por mediación de un equipo de investigadores de la Universidad Piloto con sede en Bogotá.                               

Antes que apurarnos (como resultado de dichas indagaciones) en planeaciones, procedimientos y datos, cosa de que me abstendré en este artículo (abajo los links para el solicitante), definamos lo que parece no ser tan simple ni, como el humo de Faulkner o Mallarme, tan notorio; definamos secamente una colilla, sus estragos. 

La colilla es lo que se dice el excremento de un cigarrillo terminado. Más exactamente: el excremento de otro excremento que es sí mismo previos instantes, cuando era chicote. Casi todas conservan un filtro en el que se aglutinan las sobras del tabaco. Dentro de ese remanente que son las sustancias (el sub-excremento resguardado en el filtro y que tarda unos 25 años en desaparecer de la faz de la tierra) las más distinguidas son la nicotina junto al alquitrán. Entre las menos ventiladas y que yacen en las sombras, presentes en el cultivo, proceso y manufactura del chicote, están los fungicidas, herbicidas, insecticidas y pesticidas, el humo y las partículas de material arrancados de la combustión del cigarro. De estos desconocemos su edad cancerosa en que permanecen activos, el periodo hasta su muerte, tan apetecida. Calcularíamos que se descompone primero la eternidad. Son depredadoras, dicen; intoxican cualquier terreno o superficie: césped y playas y llanuras, ecosistemas; morralla infecta que envenena las aguas: arroyos y retretes y estuarios, océanos. Cultivadoras del monóxido de carbono; autoras de poco menos que de 200 complicaciones respiratorias; coadjutoras del calentamiento global. En fin, otro verosímil prontuario. Obsérvese con perplejidad lo que la estadística razona acabado el prontuario: nos dice que dentro de su imperceptible grandeza, de índole negativa, la colilla sobresale como uno de los mayores y más susceptibles responsables de la contaminación ambiental del planeta; y de la mortandad de seres humanos: 650 millones de vidas en el mundo. ¿Se podía colegir un resumen distinto, ya qué no un análisis? La colilla y sus estragos es una paradoja que se explica por la sujeción de los hombres al capital. Por su insatisfecha ignorancia. Esencialmente, su industria es amoral.  

Autor:    Gaél Truffaut.  
Fuentes:  elespectador.com/noticias/medio-ambiente
          eltiempo.com/bogota/contaminacion
Imagen:  Pixabay.com_