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Con la brillantez excepcional de un lucero. Así palpé la otra vez, al ser que lo ha trascendido todo, en uno de mis sueños.
¡Era un ser: glorioso, brillante y eterno, me permitió que por un instante sintiera ser Él, dentro de mí.
Y tal experiencia: era de gozo, alegría sublime, nada comparado con ningún disfrute terrenal y pasajero. Una dicha eterna y maravillosa, que es tan grande y magnificente, que cualquier sacrificio o esfuerzo en ésta existencia, bien valdría la pena vivirlo, con tal de estar allí, en ese nivel espiritual y perpetuo!
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— Rosur.