Desde pequeños hemos abrazado y nos han abrazado, algo que hacemos inconscientemente y que nos beneficia de igual manera.
Sin darnos cuenta cada vez que damos un abrazo el estrés disminuye y aumentamos la sensación de bienestar y tranquilidad. Hormonalmente hablando se disminuye el cortisol (hormona del estrés) y se aumenta la dopamina y la serotonina (hormonas de la felicidad).
Pero en estos tiempos de Coronavirus, donde los abrazos están prohibidos por nuestro bien y el de los demás. Podríamos mirar otras alternativas como: abrazarnos a nosotros mismos o abrazar un árbol.

Cuando nos abrazamos a nosotros mismos nos estamos auto recompensando, siendo una de las formas más sencillas de expresar afecto, amor propio, autoaceptación honesta y franca. Fortaleciendo así nuestra autoestima y obteniendo efectos positivos en nuestro cuerpo y en nuestra alma.
Cuando abrazamos un árbol nos llenamos de energía positiva y beneficiamos nuestro cuerpo, mejorando así nuestra salud.
Es que a cada árbol se le atribuyen distintos beneficios: por ejemplo, el pino es un potente curador; el castaño y roble aportan tranquilidad y nos ennoblecen; el tilo es el árbol del amor, produce ternura; el olivo se cree que aporta equilibrio a la mente; el sauce elimina del cuerpo el exceso de humedad; la acacia, sirve para equilibrar la temperatura corporal; y el ciprés reduce la sensación de calor.
De esto siempre han sido conscientes los koalas, quienes abrazan a sus queridos eucaliptos y acacias para refrescarse durante los calientes veranos de Australia.

Entre otros beneficios, según estudios realizados, al abrazar un árbol mejoramos la concentración, liberamos los pensamientos negativos y alteramos para bien nuestra frecuencia vibratoria.
De acuerdo con los taoístas, así como los árboles transforman el dióxido de carbono en oxígeno, los árboles también pueden transformar la energía negativa en positiva ya que estos le transmiten a la Madre Tierra y esta la transmuta completamente.

Existen diferentes maneras de captar la energía de los árboles: tocándolos con nuestras manos, poniendo nuestras palmas en su tronco; a través de la espalda, apoyándola en el tronco y colocando la palma de la mano izquierda en el tronco y la derecha en el plexo solar, otra manera es haciéndonos de frente al árbol permitiendo que el corazón entre en contacto con el tronco y nuestra frente también. Por último captamos el aura del árbol sin necesidad de tocarlo simplemente dejando que su sombra nos cobije.
Para los celtas cada árbol posee un espíritu sabio y que sus rostros pueden verse en la corteza de sus troncos y sus voces escucharse en el sonido de las hojas moviéndose con el viento. Qué esperas: “Abrázalo y conéctate con la madre tierra”.
Autor: Jeymmy Segura
Fuentes: aconcagua.lat, mundiario.com, ricardoreinamartell.blogspot.com, canalelsalvador.wordpress.com, soonorlater.wordpress.com, traslashuellasdemir.com
Imágenes: pixabay-MyriRoet, Pixabay-Victoria_Borodinova, unsplash-Gary Runn, pixabay-martinvickery