Si digo “ronquido” lo primero que se nos viene a la cabeza es ese fenómeno acústico demasiado común y que asociamos con algo necesariamente cómico pero repulsivo. Salvo para el que lo padece: para él o ella, además de una irregularidad física que se puede extender (si se agrava) a su propia salud (en situaciones extremas puede ocasionar derrames e infartos), psicológicamente también perjudica su autoestima. Y esto se hace visible en el sentimiento de vergüenza que emana del penitente cuando, a propósito de la malísima noche que pasamos en su compañía, no vacilamos en su presencia en señalar el por qué. Este último, el acompañante, es acaso la segunda excepción a la regla: para éste, en adelante, ronquido será lo mismo que infierno.
Múltiples son las causas que se mencionan para explicar este mal. Y van desde los diagnósticos más especializados (otorrinolaringólogo) hasta los más increíbles y supersticiosos, pasando por los triviales. Me limitaré a hacer una enumeración de los primeros entre los más divulgados. Para el otorrino, Miguel Mercado Rey, entre las razones frecuentes hallamos la obesidad, las alergias, los pólipos (tumores) en la nariz y el tabique nasal desviado.
Hasta el día de hoy los aquejados (más que una enfermedad se le juzga como una sintomatología) se han visto en la necesidad de recurrir a diversos métodos para contrarrestar no solo su aparición (la del ronquido) sino eventualmente sus ineludibles y alarmantes consecuencias. No es suficiente con zarandearlos mientras duermen. Para el caso existen variados ejercicios de la garganta; cintas nasales; obviar la ingesta de alcohol; ser consciente de la posición en que se duerme; dispositivos (uso nocturno) de avance mandibular; el CPAP o presión continua de aire en la vía aérea superior; hasta inverosímiles terapias de canto.
No obstante, todas han resultado insuficientes para eliminar por completo la estridente anomalía. Aún la cirugía entra en el terreno de lo controvertible en tanto que solución extremosa: por más de que existan de diferentes tipos, por más de que sea ambulatoria y se amortigüe su costo, esto no disminuye el miedo ni la sospecha que muchos pacientes experimentan ante la perspectiva de tener que practicársela. Por tanto, no la convierte en la solución final.
La más reciente esperanza que, como las anteriores, ha sido encaminada a combatir el efecto estridencia, proviene de San Francisco (California). Y por lo visto es muy eficaz. Se trata del Silent Partner, o por sus siglas en ingles SP (compañero silencioso). Físicamente, es un dispositivo curvo en forma de arco: con el vértice se aprisiona el extremo superior del tabique dejando que la parte interior de los cabos (ancha y plana) se adhieran al rostro. Básicamente es un parche inteligente que incorpora tecnología electrónica. Entre sus virtudes están la flexibilidad y la adaptabilidad; tiene una superficie adherente que soporta varios usos haciendo que permanezca en la nariz sin riesgo de que se caiga; es hipo-alergénico y se acomoda a las distintas clases de piel.
Quienes lo crearon (un puñado de investigadores con sede en la referida ciudad) aseguran que basta con encenderlo para que funcione: se compone de baterías recargables, cámara de resonancia, audífonos, sensores y emisores de sonido; un micro-controlador electrónico junto con un puerto de carga para USB micro. Es fácil de manejar, afirman.
¿Cómo funciona? En primer lugar, el mecanismo genera una burbuja invisible que resguarda la cabeza de la persona, suprimiendo los ruidos que se produzcan en el interior de la misma y, como resultado, proyectando un silencio casi absoluto hacia la parte exterior. Es lo que sus fabricantes designaron como cancelación activa de ruido. La explicación que se da del milagro, amparado por la ciencia, es el siguiente. Silent Partner alberga un mecanismo con la capacidad de percibir la amplitud y la frecuencia de las ondas de sonido. Al momento de ser detectadas, este se activa enviando como respuesta un contra-sonido de fase inversa (onda) que, a su vez, cumplirá la función de interceptar el curso de la primera, hasta neutralizarla. En consecuencia, ambas ondas se anularán recíprocamente. Dando como resultado el tan esquivo silencio.
Del buen manejo que se le entregue dependerá su eficacia. Entre más cerca del ronquido esté ubicado mayor será el reposo que ocasione en el ambiente. Por lo que deberá adherirse a la nariz. Los científicos recomiendan esto último, puesto que, para que se origine el silencio, el dispositivo ha de permanecer lo más cerca posible del ruido, y moverse en simultáneo con él. Buenas noches.
Gaél Truffaut. Fuente : www.bbc.com / google.com.co / wikipedia.org