El 4 de julio de 1971, Día de la Independencia de Estados Unidos, nació una gorila en el zoológico de San Francisco. La llamaron Hanabi-Ko, que en japonés significa “niño de los fuegos artificiales”, nombre que con el tiempo se abrevió a “Koko” .
De bebé, por una enfermedad fue separada de su madre para recibir tratamiento. Tristemente, al reunirlas, la madre la rechazó. La pequeña gorila tuvo que ser trasladada a una jaula con otros gorilas que eran extraños para ella.
Un año después, en 1972, Francine Patterson, una joven estudiante de la Universidad de Stanford, a quien todos le llamaban Penny, se hizo cargo de Koko. En ese momento Penny estaba trabajando en su tesis doctoral sobre la comunicación con los grandes simios y quería enseñar a un gorila la lengua de signos.


En esa época, los gorilas se consideraban menos inteligentes en comparación con otros primates, además se les consideraba muy agresivos. Sin embargo, Penny revolucionó esta percepción. En principio no fue fácil, cuando los humanos aprenden la lengua de signos, el instructor guía las manos del alumno a las posiciones correctas, pero Koko no permitía el contacto. Así que Penny tuvo que crear otra estrategia que consistía en enseñarle un objeto y luego mostrarle el signo una y otra vez.
Koko tenía una capacidad de aprendizaje impresionante y el primer signo que le mostró a Penny fue el de “beber”. De esa manera fue surgiendo una amistad entre la científica y la gorila. Así que trasladaron a Koko del zoológico a un remolque-laboratorio especial en los terrenos de la universidad.
Koko tenía su propia habitación y se le permitía entrar a todas las zonas, sin embargo había una jaula en el remolque, pero nunca hizo falta. Tres años después, Koko ya usaba unas 200 palabras en lengua de signos. Además podía expresar sus emociones, se reconocía así misma en un espejo y mostraba una capacidad cognitiva similar a la de un niño de 4 años.

En una ocasión, al mostrarle un caballo con una brida (el conjunto de correas y elementos que se colocan en la cabeza del animal para que el jinete lo controle y dirija con las riendas), Koko dijo en lengua de signos: “caballo triste, dientes”.
También demostró tener sentido del humor y hacía bromas. Una vez se autodefinió como un “pájaro bueno” y afirmó poder volar, para luego admitir que era una broma. Según los científicos, Koko poseía “teoría de la mente”, la capacidad de comprender que otros tienen pensamientos y sentimientos distintos.
¡La gorila que puede hablar dijo algo impactante sobre los humanos – No lo podrás creer!
Esto es solo una muestra de las habilidades que Koko desarrolló tras este aprendizaje. Poco antes de morir, nos dejó este mensaje:
Soy Gorila… Soy flores, animales… Soy Naturaleza. Hombre Koko amor. Tierra Koko amor. Pero hombre estúpido… Koko llorar. ¡Arregla la Tierra! ¡Ayuda a la Tierra!… La naturaleza te ve. Gracias.
El 19 de junio de 2018, a pocas semanas de cumplir 47 años, Koko falleció pacíficamente mientras dormía.
La historia de Koko nos invita a reflexionar sobre los límites de la comunicación y el potencial de entendimiento que puede existir entre especies, dejando un legado imborrable de amistad y asombro.


Autor: Vilma Guzmán
Fuente: nationalgeographic.es, nationalgeographicla.com, nationalgeographic.es.
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Imágenes: Diseño Vilma Guzmán en Canva, pixabay.com